domingo, 30 de junio de 2013

RECUERDOS

RECUERDOS

Hoy, mientras una taza de café me daba los buenos días,  unas migas de pan caían sobre mis pies desnudos y mis maltrechos huesos aunque a duras penas  intentaban despertar, mi cabeza no dejaba de dar vueltas al lujurioso sueño que durante gran parte de la noche tan gratamente me había asaltado. Fué bonito, extraño, dulce y  sensual.Soñaba con una silenciosa tarde noche de junio, donde aún a ciertas horas, todavía apuntaban los rojizos rayos de sol el horizonte de mi ventana. Yacia en mi sofá con la compañía de mi inseparable libro cuando apareciste tú. Recuerdo levemente los detalles de tu cara pero no puedo olvidar el aura de tu silueta entre las velas que anteriormente había repartido por la casa. Recuerdo tu pareo rojo, la eroticidad con que ladeabas en tu cabeza aquel bombín de Sabina, tus medias negras a media pierna, las ligas en tus muslos. Te recuerdo postrada junto a la ventana, acariciando los pocos rayos de sol que se resistían a la noche entre el rubor de las nubes y el sonido del mar.recuerdo tu sonrisa, recuerdo tu pasión, recuerdo tu olor, el sabor de tu mirada y sobre todo  recuerdo tu cuerpo. La forma en que tus caderas encajaban en las mías, la forma en que tus ahogabas tu gemidos con mi aliento, la forma de sentir mi sexo en tus entrañas, te recuerdo de ti. Recuerdo que en mi cabeza resonaba una y otra vez, aquel poema de Benedetti que tanto nos gustaba, recuerdo un encuentro corto, pero intenso, muy intenso. Ahora, ya casi debo encaminarme a la rutina del  trabajo, ya que mi café se enfrió en mis manos recordando aquel encuentro, ya que pisé aquellas migas de pan con la desnudez de mis pies, levanté la cabeza y allí estabas tu. Reflejada en aquel lienzo que un día pintaste para mi.Aunque creo que mas que un lienzo, me regalaste el reflejo de ti, de tu personalidad,  el reflejo de tu pasión, el reflejo de quien no quiere que nunca muera esa pequeña llama de lujuria que tan grande se ha hecho algunas veces. Entonces recordé que no lo soñé, recordé que estuvistes allí y comprendí que no fue un sueño, que fué realidad, la realidad de lo que a diario siento en mi soledad cada vez que vuelvo a casa y miro tu retrato.
Un beso