Qué equivocada estaba, siempre creí que tu erotismo, tu sensualidad, tu morbo, estaban en tu boca, en tu cuerpo, en tus manos. Pero no, no estaban ahí. Siempre han estado en tu mirada.
Eso lo se ahora.
Ahora que no tengo tu boca
ahora que no tengo tu cuerpo,
ahora que no tengo tus manos,
Ahora que aún me queda tu mirada.
Me gusta tu mirada.