Un antro del pecado lo llamarían muchos, qué digo muchos, la gran mayoría de las personas, casi todos y de los que yo conozco todos. Tu no..... tu eres distinto, eres como yo. Si los demás nos conocieran de verdad nos etiquetarías como depravados, viciosos, pervertidos, degenerados, libertinos, licenciosos, envilecidos y corrompidos. Jajajajaja y yo me rio de todos ellos.
Placer, diversión y gozo eso es lo que nos encontramos en el pub liberal al que decidimos ir. Un mundo distinto al que estamos acostumbrados a ver a diario donde las personas se agreden, se atacan y se hieren mutuamente entre si a plena luz del día.
Nada más cruzar el umbral, el ambiente me iba envolviendo y tu mirada cómplice me empujaba a seguir mis impulsos. Tu mano bajo mi falda acariciando mi trasero mientras mirábamos como los demás retozaban desnudos sobre los colchones fue el resorte que pulsaste para despertar mi lujuria. En ese momento nada podía frenarme y se que a ti tampoco. Todo absolutamente todo lo que deseáramos estaba bien, en ningún momento sentí reparos en desnudarme, en mezclarme con otros cuerpos, de repente una mano acariciaba mi pecho luego otra mano se atrevió a recorrerme mientras unos labios extraños acechaban los míos en la semioscuridad del cuarto donde yo tumbada disfrutaba de tu lengua en mi sexo. mientras tu junto a mi acariciabas, lamias y observabas a otra mujer. Me gustaba sentirme observada por cuantos curiosos pasaban por la puerta y se masturbaban mirándonos. Me gustaba sentirme observada por ti mientras desconocidos hurgaban por todos mis recovecos y me gustaba observarte como explorabas con curiosidad otros cuerpos femeninos. Extrañamente nada me resultaba extraño, aunque nunca hubiera vivido algo parecido, me sentía aturdida, extasiada y embriagada pero no de alcohol. Yo te seguía a ti, tu me seguías a mi, nos dábamos placer en cualquier esquina del local que nos apeteciera, darnos placer era lo normal en aquel momento por que era lo que queríamos. Me paseaba sin bragas para que acariciaras a tu antojo y sin impedimento mi coño cuando te diera la gana y mi falda estaba cada dos por tres en mi cintura exponiendo mi intimidad a todas las miradas y eso me encantaba, me sentía provocativa y sexi. Junto a ti mis inseguridades desaparecen y crecen las ganas de experimentar todo lo que mis fantasías ya han vivido antes en mi mente.
Siempre he sabido que eras distinto a todos los demás. Gracias por esa noche tan especial.
