sábado, 12 de mayo de 2018

MORBOSIDAD EN SU PLENITUD

Fue una de esas tardes en que nos sentíamos con ganas de hacer cosas. No sabíamos porqué, pero teníamos la sensación que algo especial iba a pasarnos. Salimos de casa con zapatillas de deportes y ropa adecuada para dar un paseo por esos caminos de tierra rodeados de pinos y vegetación. Nos subimos al coche y tras recorrer unos kilómetros, aparcamos junto al sendero y nos pusimos en marcha, dándonos conversación, pero sin dejar de mirarnos, ya que las mallas de licra nos llevaban muy ajustados a los dos. A mi me dejaba insinuar toda la verga. llevaba días sin descargar y estaba un poco mas grandota de la cuenta y a ti, te hacía un culito redondo y te dejaba imaginar tu coño entre aquellas costuras y tus tetas se balanceaban  a cada paso que dabas.
Me gustaba que me adelantases en el paseo, por que así me deleitaba mirando tus curvas, estabas para follarte y tu lo sabías, así que cada vez que podías, sacabas un poco mas tu culo, te gustaba verte deseada. Caminamos un buen rato en circulo hasta divisar de nuevo el coche. Sudábamos bajo el sol de aquella tarde y yo me imaginaba tu coño. Estaba deseando llegar a casa,  lamerlo y descargarme en el. Al llegar al coche, abrimos las puertas y nos sentamos en los asientos descansando un poco. Yo estiré la mano y te manoseé la entrepierna, estaba caliente y deseoso de follarte, ya que me ponía caliente verte tan apretada. Metí la mano y con la ayuda del sudor, mis dedos entraron con suavidad en tu coño, mientras tu  con la cabeza hacia atrás, disfrutabas de la paja que te hacía. Aceleré el ritmo y no pudiste contener el gemido que vino acompañada de una corrida. Me encantaba ver como te corrías. Cual fue nuestra sorpresa, ver como alguien nos observaba. Era un chico joven  que mientras nos miraba, se estaba masturbando.  Se masajeaba la polla suavemente, disfrutando de la escena Eso nos produjo mucho morbo y sin parara de masturbarte, le insinuamos que se acercara. Era joven y tenía buena verga. Al acercarse, le recibiste con una sonrisa, cogiste su polla y empezaste a lamerle hasta engullirla en tu boca. Fue muy intensa la mamada que le hacías mientas yo os  miraba deseoso de participar. Así estuviste degustando la verga unos minutos cuando tomé la iniciativa de participar y con un pequeño gesto tu me lo negaste. Me ordenaste que me sentase en el asiento delantero. Como buen cornudo, obedecí tu orden. Me baje el pantalón de licra y empecé a masajeara mi polla despacio hacia arriba y abajo. Estaba muy caliente. Pasaste al chico y lo sentaste en asiento trasero, desprendiéndolo de su pantalón. Tu te quitaste el tuyo y me dijiste: Observa y aprende, cornudo.
Cogiste su polla con tu mano y poniéndola en posición, la metiste en tu coño hasta que los huevos cocaron con tus carnes. El chico te habría las nalgas del culo con las manos mientras tu cabalgabas su polla. Gemías sin ningún pudor mientras comías su boca y me decías que observara como se folla y como se ponen unos buenos cuernos a un cornudo como yo. No hizo falta mucho para que aquel chico con sus manos en tus nalgas y chupándote las tetas a cada golpe de polla empezara gemir, mientras tu no parabas de follar. fue brutal ver como follabais, mientras tu con tu mano me hacías la señal del cornudo y empapados en sudor, os corristeis los dos gimiendo como puta y macho que erais. La leche se te salía del coño, sin que tu, dejaras de resfregarte. Fue una corrida bestial. Desmontaste tu coño de aquella verga aun tiesa y te pusiste a su lado. Estabais empapados de sexo. frente a mi os tenía a los dos llenos de todo, cuando me dijiste que os lamiese. Obedeciendo como siempre, lamí la polla de aquel chico hasta los huevos, pasando de vez en cuando por los labios de tu coño, saboreando tu coño lleno de la leche recién sacada de aquel macho tuyo. Lamí durante unos minutos tanto tu coño como su verga hasta que tu te corriste de nuevo en mi boca, mezclado semen, saliva y tu jugos.
Una vez corrida, me hiciste salir del coche y me obligaste a masturbarme delante de vosotros. Estaba muy caliente, así que tras frotarme la polla con rapidez, descargué toda mi leche en el suelo, junto al coche, quedando exhausto y sin dejar que quedase dentro ni una sola gota de leche.
Despediste al chico con un largo besazo, metiéndole la lengua hasta la garganta y nos volvimos a casa, con la sensación de que algo morboso nos ocurrió aquella tarde

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